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Verificado por Psychology Today

La pornografía, o porno, es cualquier material explícitamente sexual, ya sea escrito, visual o de otro tipo diseñado para excitar sexualmente. La pornografía ha existido por milenios, y actualmente todavía está ampliamente disponible en libros, revistas y grabaciones de audio, pero se encuentra con más facilidad en línea: la página de porno más grande reportó que en el 2018 tuvo un promedio de 92 millones de visitantes únicos y que la mayoría de esos usuarios fueron hombres.

¿Cómo le afecta la presencia universal del porno a los individuos y sus relaciones? ¿Es un pasatiempo o una adicción potencial? ¿Es una manera de añadirle pasión a la vida sexual de una pareja o es un destructor de relaciones? El debate sobre si la pornografía afecta al desarrollo sexual o la salud mental sigue tomando fuerza conforme los psicólogos y otros, evalúan la validez de la "adicción al porno" un supuesto trastorno que no tiene criterios de diagnóstico universalmente aceptados y no suele incluirse en los manuales de trastornos mentales.

Porno en nuestras vidas
MonkeyBusinessImages/Shutterstock

Muchos detractores de la pornografía argumentan que daña la intimidad y relaciones, y promueve la subyugación de las mujeres. Sin embargo, muchos expertos sugieren que podría ser una manera en la que los hombres satisfacen fantasías sexuales que no estarían cómodos compartiendo con sus parejas. Algunas investigaciones sugieren que el uso de porno podría provocar ofensas sexuales, promover una mayor comprensión de la diversidad sexual y ayudar a las personas a tener un mejor acceso de sus propios deseos y sexualidad, para luego comunicarlo a sus parejas.

¿Por qué existe el porno?

Cuando nos detenemos a pensar en ello, es raro que tantos humanos parezcan disfrutar ver y escuchar a otros seres humanos teniendo sexo. Las investigaciones evolutivas sugieren que podría ser un vestigio de una etapa anterior en la historia humana: los fuertes gritos de las hembras durante el sexo o la "vocalización copulativa femenina", podrían haber servido en comunidades tempranas de primates para invitar a otros a unirse: algunas investigaciones sugieren que ese tipo de apareamiento promiscuo también podría haber sido popular en las comunidades más tempranas de seres humanos.

¿La mayoría de la gente usa el porno?

Más del 90 por ciento de los hombres reportan un uso al menos ocasional del porno en las encuestas, y mientras que los estudios del uso del porno por parte de mujeres se consideran menos confiables porque muchas podrían ser más reticentes de reportar con honestidad, se estima que entre el 20 y el 50 por ciento de las mujeres usan porno al menos ocasionalmente. 

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Problemas con el porno
marvent/Shutterstock

Mientras que algunas personas están cómodas con su uso del porno, puede ser una fuente de angustia profunda para otros, tanto los hombres como las mujeres que reportan sentirse confundidos, avergonzados, conflictuados o avergonzados por su propio uso del porno, incluso si la frecuencia es relativamente mínima. La mayoría de los expertos están de acuerdo con que el uso de porno se convierte en un problema para una persona si cree que lo es, y que tal creencia se determina principalmente por los valores culturales, familiares y religiosos.

¿Es posible que te vuelvas adicto a la pornografía?

Muchos psicólogos cuestionan si la "adicción al porno" es un diagnóstico clínico válido. En su lugar, algunos estudios muestran que los individuos que creen que tienen una adicción al porno en realidad podrían no ver más porno que otras personas, pero a causa de creencias religiosas o culturales se sienten más angustiados al respecto. Otras investigaciones encuentran que percibirse a uno mismo como adicto al porno podría estar correlacionado con experimentar ansiedad o depresión.

¿El porno es peligroso para los adolescentes?

Es de conocimiento general que la mayoría, si no es que todos los adolescentes ven porno. Y mientras que los padres pueden llegar a preocuparse de que el porno tome el papel de educación sexual para muchos jóvenes debido a sus representaciones irreales del sexo, algunas investigaciones sugieren que incluso con el incremento del uso de porno entre adolescentes, el comportamiento sexual peligroso en ese grupo, de hecho, ha declinado. 

Pornografía en las relaciones
Stokkete/Shutterstock

No hay duda de que el porno puede volverse una fuente de conflicto en relaciones comprometidas, especialmente cuando un integrante de la pareja ha ocultado su uso de porno porque saben o sospechan que la otra persona no lo aprobaría o lo consideraría un acto de infidelidad. Los expertos alientan a las parejas a que discutan el porno y otros asuntos potencialmente divisivos antes del matrimonio para evitar peleas potencialmente disruptivas en el futuro.

La terapia en pareja puede ayudarle a las parejas a entender los verdaderos intereses sexuales de la otra persona y a negociar lo que será aceptable y lo que no en su relación. Pero muchos psicólogos creen que es más probable que las disputas acerca del uso del porno se originen por otros problemas subyacentes más críticos o problemas de comunicación sexual que deben atenderse.

¿Usar porno es un tipo de infidelidad?

En algunas encuestas, la mayoría de las personas dicen que no creen que el uso del porno en relaciones comprometidas sea un tipo de infidelidad, pero quienes son solteros y más religiosos, los que consumen o ven  porno o los que tienen una baja autoestima tienen más probabilidades de decir que sí lo es. A fin de cuentas, los expertos recomiendan que si una pareja lo considera una traición, entonces se debe atender esa creencia particular.

 

¿Por qué usa porno mi pareja?

Los humanos necesitan interacciones sociales positivas que provean afecto físico, y cuando las relaciones no brindan el afecto que necesitamos, buscamos sustitutos para el déficit, a veces en el porno. Los expertos señalan que hay investigaciones que confirman esta teoría, conocida como "intercambio de afecto", como evidencia de que el uso problemático de porno en las relaciones usualmente es un síntoma de problemas más profundos.

Lecturas esenciales