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Verificado por Psychology Today

Trauma

3 Formas en que tus creencias pueden formar tu realidad

No necesitas física cuántica para comprender el poder de una creencia.

Libros como El Secreto y El Poder han contribuido a la creciente popularidad de la idea de que los deseos se pueden cumplir a través de la visualización y el pensamiento positivo. Esta perspectiva ha recibido críticas significativas por su dependencia de afirmaciones científicas no validadas, como el uso de la física cuántica para explicar cómo funciona la mente, así como su potencial para promover culpar a las víctimas y la falsa esperanza.

Si bien la afirmación de que las creencias por sí solas determinan nuestra salud física, estado financiero y posibilidades de encontrar el amor está claramente equivocada, la idea de que las creencias tienen poder tiene cierta validez científica. Simplemente funciona un poco diferente a lo que sugieren libros como El Secreto. Aquí hay tres maneras en que las creencias realmente pueden darle forma a tu realidad.

1. Tus creencias influyen en tu comportamiento.

Una de las formas más básicas en que las creencias pueden dar forma a la realidad es a través de su influencia en el comportamiento, no se necesita física cuántica. Por ejemplo, si crees que eres capaz, competente y mereces el trabajo de tus sueños, probablemente sea más probable que notes y busques oportunidades que podrían ayudarte a llegar allí. También es más probable que te vaya bien en una entrevista. Contrariamente a la suposición común de que el exceso de confianza puede ser contraproducente, la investigación sugiere que en realidad puede ser beneficioso: las personas demasiado seguras tienden a parecer más calificadas socialmente y más altas en estatus social, incluso cuando quienes las evalúan tienen acceso a información objetiva sobre su capacidad real.

Las creencias también pueden influir en los comportamientos sobre la salud. La investigación sugiere que es más probable que las personas participen en comportamientos que promueven la salud, como comer bien y hacer ejercicio, si tienen un mayor sentido de autoeficacia, es decir, si creen que son capaces de realizar estas actividades de manera efectiva. Pero el pensamiento positivo tiene sus límites: La investigación también muestra que las personas cuidan mejor su salud cuando piensan negativamente hasta cierto punto, cuando creen que son de hecho susceptibles a enfermedades graves. Sin conciencia de la realidad de los riesgos que enfrentan, las personas pueden carecer de la motivación para tomar decisiones saludables.

Las creencias sobre tu carácter básico, quién eres como persona en un nivel fundamental, pueden ser especialmente poderosas. La investigación sugiere que si bien la culpa (sentir que hiciste algo malo) puede motivar la superación personal, la vergüenza (sentir que eres una mala persona), tiende a crear una profecía autocumplida, reduciendo la esperanza y socavando los esfuerzos para cambiar. Por la misma razón, algunas pruebas sugieren que elogiar el carácter en oposición al comportamiento es un medio más eficaz para promover comportamientos positivos. Por ejemplo, en un estudio, los niños a quienes se les dijo que eran útiles por hacer algo generoso (donar algunas de sus canicas a niños pobres) más tarde presentaron un comportamiento más altruista que los niños que recibieron elogios solo por su comportamiento o que no recibieron elogios.

2. Tus creencias influyen en el comportamiento de otras personas.

Tus creencias pueden darle forma a tu realidad no solo al influir en tu propio comportamiento, sino también al influir en el comportamiento de otras personas, desde parejas en relaciones cercanas hasta completos extraños. En un estudio clásico, se les llevó a creer a participantes masculinos que una mujer con la que hablaban por teléfono era atractiva o poco atractiva. El análisis de las grabaciones realizadas por observadores externos mostró que a lo largo de la conversación, las mujeres percibidas como más atractivas llegaron a comportarse de una manera más amigable y agradable que aquellas que fueron percibidas como menos atractivas, lo que sugiere que las expectativas no solo moldearon sus propias percepciones de su pareja de conversación, sino que también tendieron a inducir un comportamiento que confirmaba sus expectativas. Este fenómeno también se ha demostrado en otros contextos, incluidas las interacciones entre profesores y estudiantes.

Tus creencias pueden también inducir un comportamiento de correspondencia con parejas románticas. La investigación sugiere que las personas que ven a sus parejas en una luz más idealizada de cómo sus parejas se ven a ellas mismas tienden a estar más satisfechas con sus relaciones con el tiempo, experimentan menos conflictos, y son más propensas a permanecer juntos. ¿Por qué podría ser esto? Una explicación es que los idealizadores infunden confianza en sus parejas y alivian las inseguridades de sus parejas sobre la relación. Las parejas más seguras son, a su vez, más propensas a comportarse de manera generosa y constructiva, fomentando una mayor satisfacción en las relaciones. Por el contrario, aquellos que perciben de más intenciones hostiles en sus parejas durante los conflictos tienen más probabilidades de comportarse de maneras que provocan la hostilidad y el rechazo que temen.

3. Tus creencias pueden afectar tu salud.

La salud y la enfermedad están influenciadas por múltiples factores que interactúan, muchos de los cuales no están completamente bajo tu control, incluida la genética, la exposición a toxinas ambientales, el historial de trauma y las circunstancias socioeconómicas. Pero la investigación sugiere que las creencias también importan. En un estudio, los adultos de mediana edad que tenían creencias más positivas sobre el envejecimiento vivían un promedio de 7.6 años más que aquellos que tenían creencias más negativas, incluso cuando controlaban la salud actual y otros factores de riesgo. En varios otros estudios, se encontró que las personas optimistas tenían menos probabilidades de desarrollar enfermedades cardíacas, controlando nuevamente otros factores de riesgo.

La investigación sobre el efecto placebo también apoya el vínculo entre las creencias y la salud. Sorprendentemente, la mera expectativa de que un tratamiento sea efectivo a veces puede hacerlo efectivo, incluso si ese tratamiento es solo una píldora de azúcar. Aunque el efecto placebo tiende a ser más fuerte para los informes subjetivos de los síntomas, a veces en ausencia de cambios físicos correspondientes, hay evidencia de algunos efectos objetivos y medibles: por ejemplo, los placebos pueden alterar los patrones de activación cerebral asociados con el procesamiento del dolor, y en la enfermedad de Parkinson, los placebos han demostrado elevar los niveles de dopamina, lo que puede mejorar temporalmente los síntomas.

¿Cómo puedes aprovechar el poder de la creencia para mejorar tu vida? Por un lado, puedes participar en prácticas que cambien tu forma habitual de pensar, como llevar un diario de gratitud o aprender la meditación de atención plena. Estas prácticas pueden ayudarte a notar y apreciar lo bueno en la vida y evitar que te veas atrapado en pensamientos negativos no constructivos. Segundo, puedes establecer intenciones claras sobre cómo deseas abordar cada día y hacer un esfuerzo para alinear tu comportamiento con esas intenciones. Incluso cuando las cosas no salgan como quieres, sabrás que te estás moviendo en la dirección correcta y usando las habilidades que tienes.

Y finalmente, puedes reconocer que si bien las creencias pueden ser poderosas, ciertamente no son todopoderosas, y la vida está llena de sufrimiento que no invitamos ni merecemos. Reconocer las limitaciones de la creencia puede hacernos más compasivos con aquellos que se encuentran en circunstancias desafortunadas, incluidos nosotros mismos.

Imagen de Facebook: Zivica Kerkez / Shutterstock

Imagen de LinkedIn: blvdone / Shutterstock

A version of this article originally appeared in English.

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Acerca de
Juliana Breines Ph.D.

La Dra. Juliana Breines, es psicóloga social y de salud cuya investigación examina cómo la autocompasión se relaciona con la reactividad al estrés, el cambio de conducta y la imagen corporal.

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