Por qué la anorexia adolescente suele ser incomprendida

Los trastornos alimentarios son obstinados. La anorexia, en particular, puede persistir a pesar de los mejores tratamientos actualizados. Solo el 46 por ciento de las personas diagnosticadas con anorexia se recuperan por completo, e incluso con atención especializada inmediata, el 40 por ciento de las personas que la padecen no logra recuperarse por completo. Con la tasa de mortalidad más alta de cualquier trastorno psiquiátrico en la adolescencia, se requiere con urgencia una mayor comprensión de esta condición común.

Las explicaciones comunes no son suficientes

A menudo se dice que los trastornos alimenticios comparten características de la adicción y deben abordarse simplemente interrumpiendo y cambiando los hábitos alimentarios. Algunos ahora argumentan que las disposiciones genéticas son clave y que la identificación daría paso a una mejor prevención. Algunos investigadores se enfocan en las distorsiones de la autopercepción dentro de ciertas áreas del cerebro.

Vale la pena explorar todos estos caminos, pero en la actualidad, no son más que redescripciones de hechos bien conocidos: que la recaída y la persistencia son comunes incluso cuando se reconocen los riesgos, que muchas personas comparten con los anoréxicos el deseo de estar más delgadas pero sólo algunos sufren de la condición clínica de la anorexia, y que aquellos con anorexia albergan visiones distorsionadas de sus cuerpos.

Otra explicación es que las personas que sufren de trastornos alimenticios, en su mayoría jóvenes y predominantemente mujeres, los mantienen en secreto hasta que están profundamente arraigados y son aún más difíciles de erradicar. Algunos padres describen a sus adolescentes anoréxicos como "evasivos" o "llenos de excusas que suenan normales para no comer esta comida en particular" o incluso "retorcidos" en sus esfuerzos por evitar que los pesen con precisión. Se dice que sus desórdenes alimenticios se mantienen en secreto porque se avergüenzan de ellos.

Pero habiendo pasado los últimos años escuchando y observando a los adolescentes, no creo que la "vergüenza" sea una explicación útil de su secretismo. Si bien la mayoría de los adolescentes están angustiados por la preocupación de sus padres y, en cierto modo, quieren ser la persona saludable que sus padres quieren que sean, los adolescentes que sufren de anorexia y bulimia a menudo dicen, en efecto: “Lo que llamas mi trastorno alimentario no es realmente un problema, sino una solución a mi problema”. Recuperarse de la condición se ve como una amenaza, no como un resultado deseable.

Una interpretación de la percepción de los adolescentes

Aunque el término "anorexia" significa "sin apetito", las personas con la afección a menudo sienten hambre, pero resistirse a esa sensación es una fuente de orgullo.

Una de las quinceañeras con las que hablé describió su inanición autoimpuesta como "una fortaleza". El hambre le dio un "subidón" porque demostraba el poder de su voluntad. Otra joven de 15 años describió la bulimia (caracterizada por atracones seguidos de purgas, más comúnmente a través de vómitos, pero a veces a través de laxantes) como "una forma de vencer al sistema". Ella no era tan "fuerte" como su amiga, pero usaba su "astucia natural" para lidiar con su "debilidad" de comer, lo que podía hacer sin aumentar de peso o, como ella lo expresó, sin "engordar".

La adolescencia es una época de aguda autoconciencia. Los psicólogos se refieren al “yo del espejo” de los adolescentes que surge de una pregunta que consideran más urgente: “¿Cómo me ven los demás?”, en un contexto en el que sienten que “siempre me juzgan”. Este yo del espejo no es la imagen que ven cuando se miran en el espejo, sino la imagen que otros ven cuando miran al adolescente.

El intelecto en rápido desarrollo de los adolescentes los alerta sobre la complejidad de los puntos de vista de los demás, que no son fáciles de captar, por lo que la incertidumbre de lo que ven los demás se convierte, en la mente insegura del adolescente, en ansiedad por lo que perciben los demás. La anorexia y la bulimia se convierten en el medio por el cual “obtienen” protección contra uno de los juicios negativos más destacados, es decir, “tu cuerpo es demasiado gordo”.

Estos adolescentes son reservados acerca de los trastornos alimenticios no porque estén avergonzados, sino porque su mayor temor es “ser curados”. Las presiones sociales sobre las niñas para que se vean de cierta manera se consideran generadores clave de los trastornos alimenticios de las adolescentes, pero los ideales de belleza y deseabilidad no explican la fuerza punitiva especial de ser vistas como "gordas", con las adolescentes de peso normal a menudo descritas , y describiéndose a sí mismas como "demasiado gordas" o "engordando".

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El gran poder de la gordofobia

La gordofobia, un miedo patológico a la gordura, es solo un aspecto de los ideales culturales insidiosos sobre la belleza y el atractivo femeninos, pero tiene un alcance muy especial. Reforzado por argumentos (a menudo falsos) sobre la salud, y que surge de cualquier aumento de peso, los adolescentes lo internalizan fácilmente cuando se enfocan en cómo los ven los demás. Resuena con la noción de que las niñas no deben tener apetitos propios, que la moderación y la abnegación deben ser sus principales características, y que tienen derecho a menos espacio físico y social.

Si bien pocos (si es que hay alguno) padres o profesionales involucrados con adolescentes tienen tales puntos de vista, al menos explícitamente, nuestras adolescentes claramente los están absorbiendo de alguna parte. Es hora de separar este miedo a la gordura del paquete más general de presiones sociales, para que podamos descubrir su origen y nuestro papel en su distribución.