Neurociencia
Nuestra neurobiología moldea nuestra vida diaria
La neurociencia puede ayudarnos a tener vidas más saludables, felices y plenas.
13 de diciembre de 2023 Revisado por Gary Drevitch
Los puntos clave
- Nuestro sistema nervioso media nuestras percepciones, acciones, comportamientos y funciones.
- Nuestra neurobiología impacta en todos los aspectos de la vida, desde la salud, emociones y comportamientos.
- Comprender este vínculo fisiológico es crucial para lograr un cambio exitoso.
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Somos criaturas encarnadas. Aunque tenemos una rica vida interior, habitamos un mundo físico y todo lo que hacemos se hace a través de nuestros cuerpos, mediado a través de la red de comunicación especializada que llamamos sistema nervioso. Cualquier deterioro de este sistema crucial puede tener literalmente efectos paralizantes, lo que resalta su importancia para nuestro funcionamiento normal: transporta información desde los órganos sensoriales al cerebro y envía señales que controlan los movimientos a las fibras musculares. También regula funciones corporales como la presión arterial y la digestión a través de interacciones complejas entre señales neuronales y mensajeros químicos en el torrente sanguíneo. Sin el sistema nervioso, no seríamos conscientes de nada a nuestro alrededor ni podríamos hablar, movernos o incluso respirar. (La mayoría de las armas químicas y venenos utilizados por las agencias de espionaje atacan el sistema nervioso con efectos mortales; Cotton, 2018.)
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Impactando la vida cotidiana
Más que ayudarnos a funcionar, el sistema nervioso influye profundamente en cómo nos sentimos, qué percibimos y cómo actuamos. Esta influencia no es solo una idea abstracta, sino que tiene efectos tangibles en nuestra vida cotidiana. Algunas de estas conexiones son de conocimiento común; los padres entienden, por ejemplo, que la irritabilidad de un niño puede ser solo un signo de una mala noche de sueño en lugar de un defecto de carácter profundamente arraigado que debe abordarse. Esta idea está respaldada por estudios que han encontrado cómo se necesita el sueño para el pleno funcionamiento de las redes cerebrales que ayudan a regular el estrés (Zhang et al., 2023) y otros que han relacionado la falta de sueño con problemas de conducta (Hosokawa et al., 2022; Saghir et al., 2018).
Otro ejemplo es el concepto de tener "hambre": cuando tener hambre provoca irritabilidad, mal genio o incluso enojo absoluto (Spector, 2018). El neuropéptido Y (o NPY para abreviar) es un químico que se usa para regular los procesos fisiológicos, incluido el apetito, y se libera cuando el azúcar en la sangre es bajo (Beck, 2006). Los estudios han encontrado un vínculo directo entre las concentraciones de NPY en el líquido cefalorraquídeo y el comportamiento agresivo compulsivo (Coccaro et al., 2012), mientras que otros investigadores han relacionado los niveles bajos de azúcar en sangre con comportamientos agresivos e incluso violentos (Bushman et al., 2014). Existe evidencia adicional de que el hambre impacta nuestras emociones (MacCormack y Lindquist, 2019), con evidencia de que puede desencadenar irritabilidad, enojo y una menor experiencia de placer (Swami et al., 2022).
Entendiendo nuestra neurobiología
Estos ejemplos resaltan la importancia de comprender nuestra neurobiología. Muchas discusiones podrían evitarse simplemente tomando un refrigerio primero y esperando a ver si el problema desaparece cuando se hayan reequilibrado los niveles de glucosa en sangre (Kuta, 2022). Del mismo modo, esperar a tomar una decisión importante hasta después de una buena noche de sueño puede mejorar drásticamente el resultado (Mao et al., 2023). Sin embargo, la sabiduría convencional no siempre tiene en cuenta el sistema nervioso. Cosas como la pérdida (o el aumento) de peso a menudo se discuten en términos de disciplina y "fuerza de voluntad" relacionadas con la dieta y el ejercicio. Pero la realidad es mucho más compleja, con una miríada de procesos psicológicos y fisiológicos que impactan en el resultado (Meule y Vögele, 2013). Varios de esos procesos están moldeados por el cerebro y el sistema nervioso (Fain, 2016). Muchas personas que pierden algunas libras con éxito luchan por mantener su nuevo peso y, a menudo, lo recuperan en un corto período de tiempo (Szabo-Reed et al., 2015). Nuestro sistema nervioso juega un papel importante en este ciclo de peso, o "dieta yo-yo" (Blatchley, 2023), tanto a través de respuestas cerebrales (van Galen et al., 2023) y con gran parte del sistema nervioso autónomo (SNA) trabajando para oponerse a la pérdida de peso (Arone et al., 1995). La buena noticia es que el mantenimiento de la pérdida de peso es posible, si tenemos en cuenta nuestra neurobiología (Poulimeneas et al., 2018), por ejemplo, mediante el empleo de entrenamiento cognitivo y conductual dirigido (Hall y Kahan, 2018).
Cómo puede ayudar la neurociencia
Estos ejemplos resaltan cómo nuestra neurobiología está intrincadamente vinculada a nuestra salud, emociones y comportamientos. Pero la conexión es mucho más profunda aún e impacta cosas aparentemente no fisiológicas como la productividad (Duhigg, 2014), el aprendizaje (Goldberg, 2022), el logro de nuestros objetivos (Berkman, 2018) y las relaciones interpersonales (Giacomucci, 2021). En todas estas áreas, la neurociencia puede enseñarnos mucho y ayudarnos a vivir vidas más saludables, felices y plenas.
A version of this article originally appeared in English.